La mirada del perro - Una ventaja evolutiva

16 de julio de 2022 — de Ramona Koppensteiner  

Los perros no son solo fieles compañeros, sino también el mejor amigo del hombre. ¿Cómo surgió esta estrecha amistad entre el perro y el hombre? Nos cuesta resistirnos a la mirada compasiva de los perros, lo que podría ser una ventaja evolutiva para ellos.

De lobo a miembro de la familia

Hace unos 15.000 años, el hombre empezaró a domesticar al lobo, convirtiéndolo en nuestra primera mascota y fiel compañero. En la época de la domesticación, había una era glacial y los inviernos eran fríos. Es posible que una dieta especialmente adaptada a fríos meses de invierno contribuyera a que los humanos no compitieran con los lobos por la comida y que éstos se acercaran más a los humanos.
Nuestros antepasados cazadores solían dejar partes de sus presas como sobras, porque necesitaban sobre todo suficientes hidratos de carbono y grasas. Precisamente estos restos magros y ricos en proteínas constituían el alimento óptimo para los lobos carnívoros. Por eso se supone que el pariente salvaje de nuestros perros actuales buscaba acercarse a los campamentos durante esta difícil época. A cambio, la gente recibía la protección de la manada, que permanecía cerca de ellos. A pesar de todas las teorías, seguimos sin saber exactamente cómo el perro se convirtió en nuestro compañero.

A diferencia del lobo, que es un cazador social que vive en libertad, el perro tal y como lo conocemos hoy parece perfectamente adaptado a la vida con nosotros, los humanos. En comparación directa, llama la atención la increíble diversidad de razas caninas.
Esta gran variabilidad de color, pelaje y forma, debida a la cría, solo se da en los perros domésticos. El lobo ya difiere de nuestros perros domésticos en forma y tamaño, pero también hay diferencias en su ritmo de reproducción: mientras que el lobo tiene un máximo una cría al año, los perros pueden tener hasta dos cachorros.

El lobo también es anatómicamente diferente del perro. Los dientes del lobo son más grandes en relación con su peso, y las zonas del cerebro asociadas a los ojos, la nariz y las orejas están especialmente bien desarrolladas. Por eso se supone que el lobo puede ver, oler y oír mejor que sus parientes domesticados.
Otra adaptación evolutiva es un músculo facial especial (Musculus levator anguli oculi med.), que permite levantar la parte interna de las cejas y que está mucho más desarrollado en los perros. En el lobo, solo se encuentran escasas fibras musculares y tejido conectivo en esta región. Este mayor desarrollo muscular se debe probablemente a que permite una mejor comunicación mímica con nosotros, los humanos.

El "ojo de perro" - una habilidad evolucionada

En el lobo, animal de manada, la comunicación entre ellos debe ser fluida para garantizar una convivencia pacífica. En caso de enfrentamiento grave, es importante reconciliarse lo antes posible para no poner en peligro la convivencia. Los lobos son, por tanto, animales muy sociales.

Al convivir estrechamente con nosotros, los humanos, los perros han aprendido con el tiempo a leer también nuestras expresiones faciales, lo que les permite mantener una armoniosa vida en grupo incluso con los humanos. En un estudio científico, se compararon las reacciones de los lobos con las de los perros. Para ello, se puso un trozo de carne en una jaula cerrada, y tanto el lobo como el perro se colocaron frente a la jaula. Un cuidador se situó detrás de cada animal, pero de forma que no se pudiera establecer un contacto visual directo. El lobo lo intentó en vano durante mucho tiempo y acabó rindiéndose, mientras que el perro buscó inmediatamente el contacto visual con su cuidador tras breves intentos.
Este estudio de comportamiento demostró que el perro quería establecer un contacto visual directo con su cuidador, el llamado "ojo de perro", para encontrar juntos una solución al problema.

A lo largo de su convivencia con el hombre, el perro se ha adaptado a nosotros en su comportamiento mimético, por lo que el contacto visual se volvió decisivo para la interacción entre el hombre y el perro. En este sentido, es especialmente importante el desarrollo del músculo especial que permite a los perros levantar las cejas interiores: así se crea la llamada "mirada de perro". En principio, los perros utilizan esta mirada para ponerse en contacto con nosotros, ya que podríamos ofrecerles la solución adecuada. Con los años, el perro y el humano se han convertido en un equipo bien perfeccionado.
Lo que podemos afirmar con certeza es que los humanos reaccionamos de forma muy inteligente a este tipo de mirada. Todos sabemos exactamente qué hacer cuando el perro se sienta a nuestro lado en la mesa del desayuno y su mirada va de un lado a otro entre su plato de comida y nosotros. O cuando corre hacia nosotros moviendo el rabo con su juguete favorito, lo coloca en el suelo delante de nosotros y nos mira expectante.

Pero, ¿cómo surgió la mirada del perro? Presumiblemente, los lobos/perros que demostraron tener una mayor adaptación mimética a los humanos adquirieran una ventaja con el tiempo.